lunes, 28 de abril de 2008

El fútbol desde Getafe se ve mejor

No quiero expresar con esta afirmación que el fútbol que uno presencia en el Alfonso Pérez sea mejor (que también), sino que en Getafe, esa modesta ciudad al sur de Madrid, el fútbol de Primera se ve mucho más cerca y se aprecia con mayor nitidez.
El fútbol de Primera en el Coliseum no parece tener nada que ver con el rimbombante circo de estrellas que nos encontramos cada domingo en el Vicente Calderón
. Desde el Coliseum, salvando las distancias, uno presencia el fútbol como si todavía se encontrara viendo un partido de Segunda B. Y en esas circunstancias, uno aprecia cosas que se pierde desde la vorágine del Calderón.

PUDE VER…
Conseguí una acreditación para el partido y supongo que en mi perspectiva influiría (y mucho) el hecho de que en el Coliseum sitúen a la prensa inmediatamente detrás del palco (a dos filas de Gil Marín y García Pitarch y a cuatro de Enrique Cerezo, concretamente). Nada que ver con mi habitual butaca en el segundo anfiteatro del Vicente Calderón.
Y fueron muchas las cosas que pude observar desde tan privilegiada posición. Pude ver a Gil Marín marcharse en el descanso del partido. Pude comprobar cómo sufro sensiblemente más que García Pitarch y Cerezo (al que sólo vi lamentarse cuando Camacho hizo el penalti). Pude ver como Luis García no podía con las botas desde el minuto diez de la segunda parte (no paró de acercarse al banquillo a pedir agua) y cómo, pese a ello, Aguirre no le dio el relevo por De las Cuevas hasta el minuto 78.

DE LAS CUEVAS Y SU FAMILIA
Pude ver como De las Cuevas fue el único que se dio un sprint en la segunda mitad. Y pude ver, al final del partido, cómo Miguel salió del estadio a saludar a su familia, que había venido a verle. Allí comprobé cómo sus padres abrazaban con orgullo a un chico de 21 años que tras una gravísima lesión ha conseguido jugar en el Atleti (pero poco). Y vi cómo le preguntaban por qué Aguirre le saca tan poco. Y vi cómo el pobre Miguel sólo podía torcer el gesto. Y vi cómo su hermano pequeño, de unos 14 años con la camiseta de De las Cuevas enfundada, le interrogaba sobre si habían estado perdiendo tiempo al final del partido. Con un empate. Con el Getafe…
Pero todo eso fue al final. Al principio, pude ver cómo el Getafe marcaba un golazo a los 12 minutos. Como un centro desde la derecha de Cortés era empalado en una maravillosa volea de Albín a la red. Y es que a Albín ayer le salía todo (o casi): regates, rabonas, taconazos, una falta a la escuadra… el uruguayo sembró el terror en la ya de por si atemorizada zaga atlética.

"EL ATLETI NO JUEGA UNA PATATA"
Vi cómo el Atleti intentó acercarse tímidamente con la desventaja, pero sólo Agüero creaba peligro (Forlán no está). Y fue Agüero el que empató (de la nada). Justo cuando escuché a un aficionado azulón exclamar que “el Atleti no jugaba una patata”, y que “cómo ese equipo se podía meter en Copa de Europa”. Justo cuando rebufó viendo un patadón al viento de Luis García. Justo ahí, marcó Agüero. El patadón del catalán lo convirtió Agüero en asistencia. En un forcejeo con Belenguer, el capitán getafense fue al suelo y sin que a Abbondanzieri le diera tiempo a salir, el Kun fusiló con la zurda. La caída de Belenguer fue muy protestada por la grada, que coreó el “fuera, fuera” y no tardó en pedir la expulsión del argentino en una mano (amarilla) y en una faltita a Cortés que para muchos ya debió ser la roja.
Supongo que sería el ambiente hostil. El verme cohibido en ese post palco sin la protección de mi bufanda. Pero sufrí como nunca en la segunda mitad. Resoplé sin parar y miré el reloj cada 30 segundos. Nunca pensé que firmaría un empate en Getafe. Pero sí.

VISIÓN MUY PREOCUPANTE
Fue muy preocupante lo que vi en la segunda parte del Coliseum. Muy preocupante. Vi un futuro negro que nos dejará sin Champions en la penúltima jornada ante el Depor (ojalá me equivoque).
Vi un equipo fundido. Partido en dos. En el que sólo subían Forlán, Agüero, Maxi y Luis García, y en el que sólo bajaban los otros seis. Especialmente representativa me pareció una contra con los cuatro protagonistas anteriormente citados en la que, con Luis solo, Agüero decidió tirar flojo y al centro jugándosela él. Las caras de sus tres acompañantes eran un poema. Ninguno bajó, por supuesto.
Vi a Raúl García especialmente fallón. A un Pablo lento como el caballo del malo. A un Pernía que se ganó la expulsión en la primera media hora con sus coces. Y a un Camacho que (me duele lo que voy a decir), pero hizo bueno a Cléber. Imagino que serán por sus tiernos 17 años, pero el chico juega excesivamente acelerado. Y son múltiples las faltas innecesarias que hace. Entra a destiempo, mide mal, y se le ve correr mucho, pero mal. Como colofón, hizo un penalti con una mano extendida inexplicable. Todavía le falta cocción.
Con el penalti se me cayó el mundo encima. Pero entonces apareció De la Red (algo abucheado por tener ya la cabeza en el Madrid) y Leo Franco. Y el argentino volvió a parar un penalti para aquellos que dicen que es un portero que no da puntos (el de ayer, vale para seguir manteniendo un partido de ventaja respecto al Sevilla).

SE MASCA LA TRAGEDIA
Decía Augusto César Lendoiro, hace ahora 14 años, cuando su equipo no ganaba (1º), pero tampoco lo hacía el Barça (2º), que “seguía la misma diferencia de puntos, pero con una jornada menos”. El Atleti se muere, pero dos máquinas de respiración asistida (Racing y Sevilla) le mantienen con vida artificialmente. No quiero ser agorero (ojalá me equivoque, repito), pero tengo marcada la penúltima jornada ante el Depor en negro en mi calendario.
Por cierto, Lendoiro perdió esa Liga…en el último minuto.