jueves, 26 de noviembre de 2009

Peor que la T.I.A.

Como aficionado que durante muchos años he sido a los cómics de Mortadelo y Filemón del gran Francisco Ibáñez, no puedo por menos que dedicar esta crónica a estos extraordinarios antihéroes que durante mi infancia me despertaron tantas sonrisas.

Y más aún cuando anoche, después de poner una excusa en mi Master para salir antes, apenas estoy aparcando el coche, la radio me cuenta que Mortadelo, el ex del Cádiz Mirosavljevic, marcaba el 1-0 que a punto estuvo de hacer que el ridículo rojiblanco fuera de los que hacen época.

UN ESCENARIO IDÓNEO PARA LOS AGENTES DE LA T.I.A.
El escenario, la apartada isla de Chipre, hubiera encajado a la perfección como destino para los intrépidos Mortadelo y Filemón, a donde les habría mandado el Súper a intentar combatir a algún malvado haciendo uso del último invento del profesor Bacterio.
Para llegar hasta allí, hubieran dispuesto de la última tecnología en medios de transporte, algún burro con alerones o una cigüeña con airbag, y para dar jaque al enemigo algún armamento de nueva generación, como pudiera ser un tirachinas de madera de alcornoque.
Más o menos esas fueron las armas con las que el Atleti se plantó en Nicosia.
A los cinco minutos llegó el mencionado tanto después de que un tal Alexandrou mareara a Ujfalusi recortándole primero hacia un lado y después hacia el otro. El checo ha demostrado llegada jugando de lateral, pero la facilidad con la que le rompen (vease Camuñas en Pamplona o anoche) es terrorífica.
Casi tanto como que Perea y Juanito dejaran colarse entre ambos con total impunidad al insigne Mortadelo, que marcó a placer.
Los chipriotas habían marcado un solo gol en esta liguilla de Champions (en Oporto), pero si por algo se han caracterizado es por ser un equipo rocoso al que es difícil marcar (sólo ha encajado cinco goles en cinco partidos contando con el de ayer). Con dichos antecedentes, unidos a la febrilidad atlética, que convierte una mota de polvo en gripe A, hacían presagiar lo peor.

LA LUZ SE APAGABA EN LÍNEA DE TRES CUARTOS
A partir de entonces el Atlético tuvo la pelota ante un APOEL feliz, pero las luces se le apagaban en línea de tres cuartos. Cleber vale para el fútbol playa, pero juega como si estuviera recién levantado de la siesta. Jurado se pierde en bicicletas estériles y no conecta con los puntas. Simao estuvo más participativo que últimamente, pero no acaba de desbordar. Forlán simplemente no está, fallando constantemente pases a priori sencillos, y con una dejadez desconocida hasta esta temporada en el uruguayo. Y el Kun. El Kun es el único.

FORLÁN ES UN DESCONOCIDO
En el 17 de la segunda, el argentino desbordó a su par como extremo derecha (miren dónde tiene que ir a recibir) y puso un pase fuerte y abajo, mortal para el portero Chiotis, que salvó la llegada de Forlán, pero la dejó franca para que Simao pusiera el empate. Primer gol oficial del portugués tras tres meses de competición. Con el Atleti, claro. Con Portugal, se hincha.
Forlán estuvo ahí para haber marcado, cosa que no se pudo decir en el 86. Era un tres para tres. Agüero con la bola, Maxi, izquierda, Forlán, derecha. El Kun se decide por su compatriota y el uruguayo decide que para él la jugada ha acabado. Se frena, y se queda pensando, quizá en si aún ha firmado o no la renovación. La jugada acaba con un disparo de Maxi rechazado por Chiotis... al flanco derecho. ¿Quién había ahí para empujarla? Nadie.
Mientras el año pasado al Bota de Oro (parece que hace años luz), se le veía darse carreras de una a otra área en pos de recuperar un balón, este año, ni aún perdiéndola él y teniendo el esférico a dos metros le verás moverse. Simplemente pone gesto circunspecto y se coloca la cinta del cabello...
Antes del gol, todas las ocasiones fueron disparos lejanos de Cleber, Camacho o Jurado que en la mayoría de los casos ni despeinaron la tupida melena de Chiotis. Después del gol, nada. El Atlético decidió que el empate era suficiente para entrar por la ratonera a la UEFA y con ello se conformó.
Del resto de la defensa, mejor ni hablar. Ver a Juanito, Perea y Domínguez (que pierde mucho de lateral) con auténticos problemas para sacar el balón ante la simple presión de Mortadelo, era digno de los más cómicos agentes de la T.I.A.

MEJOR LEER UN LIBRO
Habrá que tomarlo con humor. Aunque si no se gana el domingo al Espanyol, muchos deberían esconderse como les ocurría a Mortadelo y Filemón al final de muchos de sus capítulos.
De niño, sus historias me transportaban a mundos de aventuras que me iniciaron en mi amor a la lectura. En el Atleti, Futre, Manolo, Schuster, Abel o López, me hicieron de ese equipo de rojo y blanco que levantaba Copas.
Si el de hoy hubiera sido el Atleti de mi niñez, probablemente, anoche, me hubiera quedado leyendo algún buen libro.

4 comentarios :

Unknown dijo...

Pues para variar estamos en lo de siempre. Este año he visto un único partido del atleti porque sabía perfectamente que con este équipo no íbamos a llegar a ningún lado.
Es más, ya anticipé que descenderíamos. Para mi hemos perdido las señas de identidad que antaño nos hicieron grandes y así nos va.
Ahora mismo solo veo la solución de prescindir de todos los paquetes que forman nuestra plantilla y sustituirlos por canteranos. Me gustaría saber por qué no se hace....
Aunque claro.. lo mejor que nos puede pasar yo creo que es el descenso, sacar fuera a la familia gil y empezar de 0 con toda l base de aficionados..

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

El Atleti ha muerto. Lo de hoy en día es una broma de Club que sólo tiene de Atleti las rayas rojiblancas y casi ya ni eso. un abrazo.

atletista sin solución dijo...

No vi el partido, casi no me quedan fuerzas para aguantar al Atleti. ¡Qué pena!

Hoy tampoco iré al Calderón, la hora del partido, el juego desplegado por el equipo, no invitan a hacer el esfuerzo la verdad.

Abrazos.

atletista sin solución dijo...

No vi el partido, ya no me quedan fuerzas para aguantar al Atlético. ¡Qué pena!

Esta noche tampoco iré: el juego desplegado por el equipo, la hora del partido, la meteorología, no animan mucho a hacerse 200 km, ¿no crees?

Abrazos.