martes, 26 de octubre de 2010

LA ENTREVISTA II: Carlos Aguilera: “En una temporada, me quedo con los 365 días que se viven de rojiblanco”

Con varios días de retraso, a causa de que la semana prometida falleció Juan Carlos Arteche, aquí os dejo la segunda parte de la entrevista con Carlos Aguilera. El capitán rojiblanco comenta los recuerdos que le evocan ocho fotografías que le muestro, con Roberto Fresnedoso atento a todas ellas, cogiéndolas y observándolas antes de que se las mostrara al propio Aguilera.

UN NIÑO
Carlos se sonríe con la primera de estas fotos, del año 1992 (tenía 23 años) y le recuerdo cómo uno de sus familiares comentaba en el año de su retirada que tenía más cuerpo de futbolista en el momento de su adiós que cuando debutó en el fútbol profesional.
“Puede ser”, reconoce. “También tienes que darte cuenta de las modas. Antes tenía el pelo largo… la cabeza gorda (risas). Y eran modas, pero ahí se ve que tengo cara de niño y ahora ya se me ven los años. Es divertido verte en estas fotos. Cada etapa hay que vivirla y ésa fue una bonita etapa también”.

LA AFICIÓN
Al ver la foto con una de las pancartas del día de su retirada, Aguilera esboza una sonrisa nostálgica. “Conmigo tú sabes que todo el tiempo que he estado en el Atlético de Madrid ha habido aficionados a los que no les gustaba cómo jugaba y otros que sí”, me dice. “Pero la verdad es que la afición conmigo siempre ha tenido un trato más que correcto, me han tratado muy bien y he escuchado muchísimas veces en el Calderón el Aguilera, Agui, Agui-lera. Para mí ha sido muy importante”, evoca, saliendo de sus propios labios esa tonadilla que tantas veces coreó el Calderón, yo incluido, vitoreando alguna de sus esforzadas acciones.
“Me he sentido querido, sinceramente. Y me sigo sintiendo querido, porque cuando voy al Calderon la gente del Atleti se acuerda de mí y todo lo que me dicen son buenas palabras”.

LAS PENAS La tercera foto recoge a un Aguilera doliente, pesaroso, lamentándose por algún mal devenir de su equipo. Era más fácil ver esta cara en el lateral rojiblanco que en otros de sus compañeros, ya que cada derrota le dolía el doble que a muchos de ellos. Estaba perdiendo él y estaba perdiendo SU equipo, con mayúsculas.
Sin embargo, el capitán asegura que “en el Atlético de Madrid siempre ha habido muchísimas mas alegrías, pero la gente se queda con lo bueno y con lo malo, sin medias tintas”.
Y aquí es donde me deja el titular de esta entrevista. La palabra de un hombre que no sólo vivía el Atleti en cada partido o en cada jornada de entrenamiento. “Yo, de cada temporada, me quedo con los 365 días que se viven de rojiblanco. Y en ellos, estoy seguro de que ha habido muchísimas más alegrías que tristezas”.

LAS ALEGRÍASUna de esas alegrías la recoge esta foto. Por la camiseta, de la temporada 1999-2000, le pregunto si corresponde a un Wolfsburgo 2-3 Atlético de Madrid en el que el de San Cristobal marcó dos goles, en unos dieciseisavos de final de la UEFA. El capitán no lo tiene claro (A ver si alguno de vosotros puede ayudarme y conoce a qué partido corresponde).
“Aquel partido marqué uno con la derecha y otro con la izquierda y me dio especial alegría porque yo tengo familia en Alemania y estaban todos allí. Con lo que me hizo mucha ilusión marcar dos goles, que normalmente yo no los marco”, recuerda riendo.
Pero tiene dudas al verse en manga corta: “Creo que hacía bastante más frío, ¿no?”. Entonces Roberto entra al quite, secundando la teoría de que la foto pueda corresponder a aquella noche en Alemania: “Fue a principios de temporada, en octubre. Así que sí puede ser”.

EL SUSTO Y de una alegría a un momento angustioso, aunque por “fortuna” para Aguilera, apenas fue consciente de lo que ocurrió aquella noche de enero de 2003 en el estadio Nuevo Colombino, cuando tras recibir un fuerte balonazo en la cabeza, cayó al suelo inconsciente y dejó de respirar durante 30 segundos.
Recuerdo que ese día, yo salía de hacer un trabajo en la universidad y viví minutos de inquietud mientras la radio me contaba el suceso.“Yo no me entere de nada, pero por los mensajes de cariño y afecto de la gente más o menos te das cuenta de la magnitud”, reconoce.
Sin embargo, como entonces, le resta importancia: “Es un lance del juego. El fútbol es un deporte de contacto y estas cosas, aunque no son muy habituales, pasan. Por fortuna quedó en una anécdota”.
Curiosamente, quien le propinó ese balonazo que pudo resultar fatídico fue un hombre que años después vestiría la rojiblanca, no siendo tan querido como Aguilera por la parroquia del Calderón: Mariano Pernía.
“Sí, sí. Lo sé porque aparte lleva a las niñas al colegio con mis hijas y lo hemos recordado alguna vez”, comenta Aguilera, que puede evocar ese día entre risas.
SER INTERNACIONAL Y Aguilera de internacional. El madrileño ya me concedió una entrevista repasando esa trayectoria, que se compuso de sólo siete partidos, pero entre los que tuvo la oportunidad de disputar el Mundial de Francia en 1998. Pese a la “espina” de haber jugado un Mundial y caer en la primera fase, para Aguilera “ser internacional es un reconocimiento de que estás haciendo bien las cosas, de que estás entre los mejores futbolistas de España. Es algo maravilloso y supone la oportunidad de representar a tu país. Es el sueño que todo niño tiene y viendo esta foto siento que estoy muy orgulloso de haber vestido esta camiseta”.

EL ADIÓS
Y para terminar, el día de su retirada. Enrique Cerezo le impuso la insignia de oro y brillantes del club antes del comienzo de ese intrascendente Atlético de Madrid-Getafe del que fue sustituido a los 27 minutos. Le transmito que, desde fuera, se vivió como una despedida fría para lo que Aguilera había significado para el Atlético de Madrid por el partido que era, la sustitución tan tempranera...
“Yo estaba medio tocado, pero hablé con Ferrando y le dije que me gustaría retirarme jugando, no lo típico de ir al campo de traje y que te despida la afición. Así que pactamos que saldría de titular y luego me retiraría”, nos desvela.
“Las despedidas llegan y viendo esta foto vemos ahí a los tres jugadores que más veces han vestido la camiseta del Atlético de Madrid (Adelardo, Tomás y Collar) y yo creo que soy el cuarto (454 partidos oficiales de rojiblanco). Con lo que un honor y un orgullo que estas tres personas me dieran esa camiseta y ese homenaje y por ello me siento muy orgulloso de ese momento”, me dice satisfecho.
Le pregunto si piensa que en casos como el suyo, y el de otros históricos del Atlético de Madrid, el club no debería recuperar la añeja tradición de los partidos de homenaje.
“Yo creo que los jugadores ya no somos tan importantes como para llenar un campo. Yo creo que un club te puede hacer homenajes de muchas formas y también son bonitos. El que me hicieron a mí era el último partido de Liga, no se jugaba nada y eso quizá le restó ambiente. Pero yo creo que a un jugador hay que despedirlo en el campo”, asegura convencido.

EL RELEVO DEL BRAZALETEY por último, la portada de ese día del Mundo Atlético, en la que Carlos Aguilera cede su brazalete al último gran ídolo colchonero, Fernando Torres.
“Yo tuve pequeños problemas en el Atlético de Madrid por el tema de la capitanía. Cuando llega el nuevo entrenador, Fernando Torres ya era de los más veteranos, pero yo no quería que fuera capitán porque sabía que era un chaval, que tenía 19 años, y yo lo hablaba con él”, nos cuenta.
“No es que yo dijera que no quería que fuera capitán. Pero yo le hablaba y le decía que ser capitán desgasta muchísimo y que ya tendría oportunidad de llevar el brazalete y de aburrirse. Porque ser capitán tiene que quedar claro que no es sólo llevar el brazalete. Es afrontar muchos problemas a lo largo de una temporada con el presidente, con el entrenador, con compañeros... Y el capitán tiene que intentar ser coherente... A veces lo eres y a veces no, pero hay que tener experiencia”, adoctrina.
El lateral nos confiesa que en esos momentos Fernando Torres ya aceptó de buen grado su consejo, y que, desde entonces, muchas de las veces que han coincidido le ha dicho “qué razón tenías con el tema de ser capitán. Qué difícil es para una persona joven”.
Carlos Aguilera, palabra de capitán, capitán colchonero.

lunes, 25 de octubre de 2010

Que la ilusión se pierda pronto

Hace tres semanas, con el enfado todavía caliente latiéndome por las venas por el esquema de Quique en el Sánchez Pizjuan, cerraba mi crónica con las siguientes palabras: 3-10-2010- “Posiblemente se gane al Getafe dentro de dos semanas y volvamos a subirnos al carro puntero, pero lo que está claro es que con estos planteamientos, el equipo caerá derrotado sin paliativos en El Madrigal y en el Santiago Bernabéu. Así lo ha querido el calendario. Que la ilusión se pierda pronto”.

Y es que el “caprichoso” calendario ha querido que este año la cosa empezase fuerte, con lo que los sueños de grandeza a orillas del Calderón podían evaporarse en un suspiro. Así está ocurriendo, y así lo vaticiné en un artículo sobre lo complicado de los cinco primeros encuentros a domicilio. Cinco estadios en los que apenas se ha puntuado en la última década (ver resultados):
10-09-2010- “El Atlético comienza su particular travesía sinuosa por cinco puertos de primera categoría: San Mamés, Mestalla, el Sánchez Pizjuán, el Madrigal y el Santiago Bernabéu.
El fulgurante inicio rojiblanco (campeón de la Supercopa de Europa ante el Inter de Milán y 4-0 en el debut liguero al Sporting) puede quedar en anécdota muy pronto si no se rinde a un alto nivel en estas cinco salidas”.

¿CUATRO PUNTOS DE 15...?
Por entonces, invité a los lectores a apostar por un número de puntos para estos cinco partidos: nueve, diez, se escuchó (entre los que me incluía), incluso los 15 puntos en juego se atrevió a firmar Asun, como la más osada.
Sin embargo, la realidad mes y medio después es que sólo se han logrado cuatro puntos, tres de ellos en el único de estos campos que nos resulta propicio (San Mamés), y la última visita es el Santiago Bernabéu, donde, para que mentir, soy muy poco optimista.

UN TIRO A PUERTA EN 90 MINUTOS...
Anoche no se perdió por el planteamiento de Quique Sánchez Flores, todo hay que decirlo, y en el resultado tuvo gran repercusión el colegiado andaluz Ramírez Domínguez. Pese a ello, excepto los 20 primeros minutos, el Atlético volvió a ser un equipo plano, sin ideas, plomizo, aletargado, previsible, romo y sin chispa.
Se puede hablar de los tres penaltis birlados (todavía no nos han pitado ninguno a favor), soñar con un 2-3 o elucubrar con los múltiples y diversos caminos que el partido podría haber tomado con que hubiera señalado sólo uno de ellos. Pero eso no ocurrió, y el Atleti tiró sólo un tiro a puerta, ojo, uno (Godín en el 45) en el transcurso de los 90 minutos...

EL ATLETI SALIÓ BIEN
En el mencionado primer cuarto de partido el Atleti salió como debe encarar este club este tipo de partidos. Valiente,ofensivo, decidido, presionando en área ajena la salida de balón amarilla, que incluso se vio forzada a combinar con su portero para sacar la bola.
A los 40 segundos, Simao fue derribado dentro del área por Bruno tras un buen pase de Agüero. Nada para el árbitro. Demasiado pronto, supongo.
Y a los dos minutos, el Kun definió una gran asistencia de Reyes. El árbitro lo anuló por un fuera de juego que se me antojó demasiado justo.
No pasa nada, me decía, el Atleti ha salido bien y eso es lo más importante.

LA CLASE DE NILMAR
Pero a los ocho minutos, un brasileño flacucho con cara de niño
se recorrió todo el campo sin que nadie saliera a pararle y en el balcón del área dejó solo a Cani con un toque sutil entre líneas. Primera llegada y 1-0. Ese brasileño es Nilmar, rescatado por el Villarreal del Internacional de Porto Alegre hace algo más de un año, después de que volviera a su país tras un paso infructuoso por el Olympique de Lyon. Tras un primer año discreto, Nilmar se está destapando esta temporada. Ya lleva cinco goles, y anoche desquició a la defensa rojiblanca. Especialmente a Perea, al que dejó en evidencia en un varias ocasiones, desafiándole incluso en su terreno: la velocidad.
El Atleti no acusó el mazazo de golpe, y siguió durante algunos minutos en su empeño de manejar el choque, con Raúl García ofreciéndose, Reyes buscando las cosquillas y Ujfalusi sumándose al ataque. Pero con el paso de los minutos los rojiblancos perdieron la fe en su esquema inicial. El 1-0 comenzó a pesar, Agüero no aparecía, y no había claridad en el juego.
Así, el Villarreal fue creciendo, con Bruno haciéndose fuerte en medio campo y Cazorla dando lecciones de cómo se maneja el juego.

OTRO PENALTITO
Sin embargo, antes del descanso el Atleti volvió a dar otro susto. Godín se quedó solo en un balón colgado desde la derecha. Controló, remató abajo y su disparo lo repelió Diego López. El primero en llegar al rechace fue Agüero. Y el segundo, Gonzalo, que lo derribó.
Cuando el Kun se levantó para reclamar, Ramírez Domínguez ya iba camino del vestuario. Pese a lo que digan, el andaluz primero ve la jugada, y luego pita el descanso. No antes. Demasiado tarde, supongo.

MANOTAZO Y ODA A LA IMPOTENCIA
En la reanudación, el Villarreal tiró de un manotazo toda ilusión de remontada. Cani asistió a Rossi, que hizo valer su 1,70 para derribar a una torre como Godín y tras un precioso caracoleo batió a De Gea por el palo corto (2-0). Este cuento se acabó.
Los “últimos” 35 minutos fueron una oda a la impotencia del Atlético. Quique (desde el palco, porque fue expulsado) dio entrada a Forlán y a Tiago. El equipo tocó y tocó hasta la exasperación, en un enorme rondo en línea de tres cuartos en el que parecía no haber opciones más allá de esa línea. Cada vez que se traspasaba, era para colgar balones fáciles y blandos para el 1,96 de Diego López.
En la única vez que se entró al área, Agüero volvió a caer derribado tras un toquecito de Capdevila con el que le desequilibró. No hace falta contar qué pasó después.
En cuanto a Forlán, ya salió cansado desde el banquillo, porque no le vi presionar con sus compañeros ni un balón. Sí le vi trompicarse con él tres o cuatro veces cuando lo tuvo en sus pies.
¿QUÉ TENDRÁ EL VILLARREAL...?
Al final, la derrota es justa y deja al Atlético octavo a siete puntos del líder, disputadas apenas ocho jornadas; mientras que el Villarreal es segundo, empatado con el Barça y a uno del Madrid.
Se puede bramar contra el árbitro como han hecho Agüero y Quique, que tampoco está mal, o pensar por qué el Villarreal ha quedado por encima del Atlético en cinco de los últimos ocho años (un 2º y un 3º puesto incluidos) o cuál es el motivo de que sólo les hayamos ganado en su campo en una de nuestras diez visitas.
¿Qué tiene el Villarreal que no tiene el Atleti? O mejor, ¿qué HACE el Villarreal que no hace el Atleti...?
Pero claro, Kun y Quique no llevan tanto en el Atleti como nosotros...

viernes, 22 de octubre de 2010

¡Menos mal que salió el Kun!

El Atlético de Madrid y su afición se han visto privados de ver jugar a uno de los mejores futbolistas del mundo durante 660 minutos. Se dice pronto, pero desde que Gurpegi le hizo una entrada por detrás, que poco se vio en la tele comparada con otras, el crack argentino sólo pudo saltar al campo, que no jugar, 50 minutos absurdos frente al Barcelona y apenas cuarto de hora contra el Zaragoza.
Agüero no pudo ayudar a su equipo en estadios tan complicados como Mestalla y el Sánchez Pizjuan, ni recibir al Getafe.
Y no fue hasta anoche
, en el minuto 65 de un Atlético de Madrid 1-0 Rosenborg, cuando el Kun pudo debutar en la competición de la que los rojiblancos son vigentes campeones, tras perderse los choques ante Aris y Leverkusen.
Al bueno de Agüero le bastaron 60 segundos para poner en pie al desangelado público del Calderón marcando un bonito gol tras amagar en un pase de José Antonio Reyes y batir a Orlund con la zurda (2-0).

QUÉ POBRE ES EL ROSENBORG
Hasta entonces, el aficionado rojiblanco había podido comprobar en primera persona qué tan malos eran esos fornidos futbolistas noruegos a los que en los últimos años hemos visto por la tele recibiendo cuatro o cinco goles en el Bernabéu. Y son muy malos.
El Rosenborg es líder de la Tippeligaen noruega a falta de tres jornadas, con ocho puntos de ventaja sobre el Valerenga. Este domingo se proclamará campeón por vigésimosegunda vez en su historia si derrota al Tronso en casa, en el estadio Lerkendan.
La temporada pasada también ganó su liga, lo que le valió jugar la previa de la Champions. Pero llegar ahora a la élite continental para el Rosenborg no es tan fácil como antes. Tuvo que jugar tres rondas previas, eliminando al AIK Solna (sueco) y al Linfield (Irlanda del Norte), pero cayó derrotado por el doble valor de los goles ante el último rival del Barcelona, el Copenhague (2-1 y 1-0).
El incontestable mastodonte noruego (el segundo equipo con más ligas, el Fredrikstad, tiene menos de la mitad -9- y el año pasado descendió a Segunda) tendría muy serios problemas para permanecer en Primera en la Liga española.
El único jugador que me pareció destacable fue el menudo dorsal 15, Per Ciljan Skjelbred, que partiendo desde la izquierda del centro del campo era el único que daba muestras de calidad.

AGÜERO BIEN VALE PAGAR UNA ENTRADA
Y como quiera que el Atleti no estuvo por la labor de poner mucho más, sólo la anhelada vuelta del Kun hizo que a mi amigo Chechu le valiera la pena pagar 15 euros en su primera visita al Calderón este año.
Como ya he mencionado, marcó apenas saltó al campo, doce minutos después tiró una preciosa pared con Diego Costa para que cabeceara el 3-0 (ojo, el chico lleva cuatro goles consecutivos y se deja la piel en el campo), y volvió a dejar sus habituales detalles de clase, incluido un bonito caño en medio campo.
Sin duda, la presencia de Agüero es hoy por hoy el mayor incentivo para pagar una entrada en el Manzanares.

UNA VEZ MÁS, FALTA DE AMBICIÓN
El Atlético tenía enfrente un conjunto al que podía haber endosado fácilmente un 5-0 a poco que hubiera apretado. Sin embargo, el 1-0 a los 17 minutos habría sido firmado por muchos de sus futbolistas en ese mismo instante. Los otros dos goles sólo llegaron por lógica inercia. Y por el Kun, claro.
Antes del primer tanto, en un precioso cabezazo de Godín, notable en su vuelta, a centro medido de Reyes, Simao ya había perdonado una clara ocasión a los dos minutos de juego.

Y FORLÁN...
Su remate vino precedido de una patada al aire de Forlán, que resume su estado de forma.
Todos nos sabemos la cantinela de que empieza flojo las temporadas, pero su desidia es la misma que en muchas fases del año pasado. Una apatía que no le vi en sus dos primeros años de rojiblanco. Cuando fue sustituido, mi compañero de delante le despidió diciendo “a ver si te vas ya, mierda seca”. Reprochando el hecho de que “parece que juega a disgusto”, luego anda mandando “que se la chupen”, y a la mínima “deja caer en las entrevistas que quiere marcharse”. “Por diez millones lo vendía”, sentenció.
Temo que su parecer comience a extenderse por el Calderón si el charrúa no lo remedia.
De los demás. Creo que a Tiago debería exigírsele mucho más, pese a que Chechu le ve con más movilidad que el año pasado, y Filipe Luis tiene que sentirse mucho más protagonista, algo que espero que ocurra cuando gane más confianza.

A GANAR EN NORUEGA... Y EN EL MADRIGAL
Visto lo visto, y como bien dijo mi padre, es obligado ir a ganar a Noruega ante la endeblez de este equipo, hacer lo propio ante el Aris, y jugarse el liderato del grupo en la última jornada en Leverkusen.
Lo único que me tranquiliza es que Quique para estas cosas no es tonto. Sabe por qué camino obtuvo la gloria el año pasado, y luchará por esta competición hasta el final. La prueba, cómo reservó ante el Getafe a Godín, Forlán y Agüero.
Ahora, sólo espero que sea igual de listo el domingo en El Madrigal, aprenda de errores cercanos (el Pizjuan) y ponga un once y un esquema valiente que busque los tres puntos desde el inicio.

lunes, 18 de octubre de 2010

¿Tú sabes quién era Arteche?

Dicen los fríos números que Juan Carlos Arteche (Cantabria, 11-04-1957 -- Madrid, 13-10-2010) fue un defensa central del Atleti que jugó 308 partidos de Liga como rojiblanco, el cuarto que más, sólo por detrás de Adelardo (401), Tomás (367) y Collar (338).
Dicen los fríos números que estuvo once temporadas (1978-1989) vistiendo la rojiblanca, marcando 18 goles y ganando dos títulos, la Copa del Rey y la Supercopa de 1985.
Dicen los fríos números que Arteche llegó a internacional, que jugó cuatro partidos con la selección española y en uno marcó un gol, a Albania…
Son números para tenerlos en cuenta, sin duda, pero yo no comencé a oír hablar de Arteche por ninguno de esos motivos. YO NO VI JUGAR A ARTECHE
Yo nunca pude ver jugar a Arteche. El central cántabro fue “retirado” del Atlético de Madrid por Jesús Gil en 1988, después de que le suspendiera de empleo y sueldo, y, pese a que los Tribunales le dieron la razón, se desvinculó del club a finales de esa temporada.
Yo era demasiado niño por entonces, mi amor por el Atleti no se despertaría hasta un par de años más tarde, pero, ya de adulto, he escuchado en múltiples ocasiones hablar de este bravo central cántabro, más allá de los números y de las reseñas que de él podía haber leído.
Siempre he imaginado a Arteche como una especie de Juanma López, zaguero batallador que no daba un balón por perdido, al suelo para cortar cualquier avance rival, expeditivo y contundente, y enfervorecido defensor de los colores del Atlético de Madrid.

LA MAYOR GESTA DE ARTECHE
Una de las más heroicas gestas que escuché sobre Arteche la conocí a través de Hele, que relataba en su blog cómo una lluviosa tarde en el Calderón, en la temporada 1983-84, acabó en una gloriosa remontada en un partido que se perdía ante el Betis 1-3.
Arteche, lesionado, marcó los dos goles definitivos en los minutos 85 y 89 (3-3 y 4-3), en un ejemplo de coraje, hombría y amor a unos colores descomunal.
El defensa cántabro se retiró del campo cojo, pero henchido de orgullo y ufano por la satisfacción del deber más que cumplido.
A causa de ese encuentro, Arteche tuvo que pasar por quirófano para ser operado de una rotura de ligamentos en una de sus rodillas. Aún convaleciente en el hospital, Vicente Calderón le impuso la medalla de oro y brillantes del club. Esas cosas, hoy no ocurren.

AGUILERA ME HABLÓ DE ÉL
La última vez que escuché hablar de Arteche fue justo una semana antes de su muerte. Fue en boca de Carlos Aguilera, otro de los últimos grandes capitanes de este equipo, al que pude entrevistar ese día.
Cuándo le pregunté quiénes fueron los jugadores de los que más aprendió Aguilera, el lateral no duda. El primero al que nombra es Juan Carlos Arteche como uno de los que le enseñó "los valores que tiene que tener un jugador del Atlético de Madrid”.
Por ello, cuando me enteré del fallecimiento del defensa cántabro, Aguilera fue uno de los primeros a los que llamé. “Estoy jodido. Era un fenómeno. Un atlético de toda la vida”, comienza diciéndome.
“Arteche era aquella persona que alguien que está empezando se quiere encontrar. Siempre estaba ahí para ayudarte, para darte buenos consejos y, sobre todo, para enseñarte lo que era el Atlético de Madrid. Enseñarte que hay que respetarlo y quererlo... Siempre estaba ahí para echarte una mano”.

¿TÚ SABES QUIÉN ERA ARTECHE?
El sábado, en el Vicente Calderón, tras un emotivo minuto de silencio y una escalofriante ovación a los cuatro minutos de juego, la pregunta “¿tú sabías quién era Arteche?” era una de las más repetidas. Se la hizo uno de mis compañeros de butaca a su hijo, de siete años. Se la hizo, filas más arriba, un hombre a unos jóvenes de veinte años sentados a su lado. Para después ponerse a enumerar las múltiples cualidades del malogrado zaguero atlético.
Cuando leía a Tomi o a Hele detallando los sentimientos y las emociones experimentadas en aquella machada de Arteche, sentía no poder haber vivido esos instantes. Como sentí, al conocer su muerte, el hecho de no haber podido entrevistar a un hombre que, sin duda, hubiera podido transmitirme mucho de lo que es el amor por lo rojiblanco vivido en primera persona.

¿QUIÉN SERÍA HOY ARTECHE?
El sábado en el Vicente Calderón intentaba buscar sobre el césped algún futbolista que se pudiera asemejar a Arteche. Por desgracia, el único que se me ocurrió fue el Cata Díaz, del Getafe, incansable luchador los 90 minutos, zaguero experimentado que usa todos los recursos a su alcance para evitar el progreso del rival.
No hubo ninguna heroicidad sobre el campo de aquellas que hubiera firmado Arteche. Aunque sí se ganó, con sobriedad, con solvencia, con tranquilidad, como seguro que el mítico 4 atlético ganó muchos partidos cuando su equipo luchaba cada año por ser campeón “y si no estabas entre los tres primeros, la afición te pitaba...”.
El Atleti ganó 2-0 con un equipo con múltiples ausencias (la pareja de puntas, Agüero-Forlán; y de centrales, Godín, Domínguez) sabiendo aguantar el arreón inicial de los getafenses, que en los primeros minutos tuvieron dos llegadas de Manu del Moral y otras tantas de Colunga. Pero todas ellas acabaron en inocentes disparos que blocó De Gea con sencillez, a excepción de un tiro de Manu que lamió el palo.

CUANDO EL DELANTERO PRESIONA: REYES
En los rojiblancos destacaría a José Antonio Reyes, que en la posición de segundo punta demostró todo lo que se puede sacar cuando los delanteros de verdad presionan, en vez de limitarse a trotar mirando el balón de reojo y con desdén.
Así, robó la cartera en la salida una vez a Boateng y otra a Marcano; amén de amargar la noche a Codina, al que cortó un saque de puerta y a punto estuvo de marcarle el 1-0 taponándole un despeje que terminó lamiendo el poste.
Minutos después de eso, Simao marcó el 1-0 con una falta ajustada al poste derecho de Codina. Tres goles del portugués, que supera su registro liguero del año pasado. Sí, ya lo supera... En la segunda mitad, Míchel introdujo a Casquero y a Rafa, que en el descanso se habían dedicado a ser protagonistas entorpeciendo a los chicos del concurso de la Coca cola.
Pero el Atlético, en apenas 25 minutos con dos delanteros sobre el campo (con la entrada de Forlán) desarboló a la defensa getafense cada vez que salía a la contra.
Así llegó el segundo, en un primoroso pase en profundidad de Reyes a Valera que el murciano apuró hasta la cocina para servir en bandeja a Diego Costa (2-0). El lateral lo celebró con rabia. Pero es la frustración de alguien que no vale para el Atleti al que de vez en cuando le salen las cosas bien.

No fue una victoria especialmente épica para un hombre que una tarde salió como el Cid de este estadio, pero el homenaje tributado por la afición seguro que emocionó a sus hijas y a su viuda, presentes en el palco. Desde hoy, todos deberían saber quién era Arteche.

martes, 12 de octubre de 2010

LA ENTREVISTA: Carlos Aguilera: "Yo también gané el Doblete del 96. Lo sentí como mío"

Quedamos en Pozuelo, en la Cervecería “La Roja” de su amigo César Mendiondo. Nos sentamos junto a la pizarra que Luis Aragonés utilizó para ordenar a los once hombres que hicieron a España campeona de la Eurocopa. Múltiples flechas en torno a los Puyol, Xavi, Silva, Cesc o Fernando Torres.
Carlos Aguilera aparece en el bar junto a su inseparable Roberto Fresnedoso, con el que le he visto las dos últimas veces en las que hemos coincidido.
Sólo alguna cana le distingue del futbolista que hace pocos años subía infatigable la banda derecha del Calderón. Delgado, fibroso, con la forma intacta.

CRECÍ CON AGUILERA
Si hay un jugador presente en todas las etapas de mi vida ligada al Atlético de Madrid es Carlos Aguilera Martín (22-05-1969, Madrid). Era un joven canterano en mi niñez, época de mis primeros ídolos Futre, Schuster, Abel… “mis” primeros títulos y las primeras andanzas de Jesús Gil en la presidencia (1987-1993). Volvió tras su etapa en el Tenerife en mi adolescencia, tras el Doblete, para vivir la grandeza de la Champions, el drama del descenso... y se mantuvo en el infierno de Segunda y el resurgir en Primera, de la mano de un icono como Fernando Torres, en el inicio de mi juventud (1996-2005).
Del colegio a la universidad, pasando por el instituto, y mis primeros pasos en el Periodismo. Todo con el Atlético de fondo, todo con un jugador perenne en esa plantilla: Carlos Aguilera.

DEBUTA CON 18 AÑOS
Comenzamos hablando del equipo en el que dio sus primeras patadas, el San Cristobal, que le quedaba “a 50 metros de casa”, y cómo el presidente de aquel equipo puso trabas a su fichaje por el Atlético de Madrid, cuando sólo tenía 17 años.
“Pedía unas condiciones a las que el Atlético de Madrid no accedía y no estaban por la labor de dejarme salir. Así que estuve entrenando con Víctor Peligro, uno de los técnicos del juvenil, pero no podía jugar porque no me daban la carta de libertad”, recuerda.
Todo aquello se soluciona pronto, con 18 años sube al Madrileño y a finales de esa temporada llega el debut en Primera: “Echaron a Menotti y entró Ufarte como provisional. Me subió a debutar con el primer equipo con sólo 18 años”.Y son muchas las cosas que Carlos Aguilera recuerda de ese 26 de marzo de 1988 en El Molinón (2-0): “Ese día debutó también Antonio Rivas. Perdimos, pero como entenderás, de estar el año anterior en los juveniles del San Cristobal a debutar en Primera con el Atlético de Madrid, da igual que pierdas o ganes, sino que te quedas con esa semana”.Le comento que ese día saltó al campo por otro histórico, Marcos Alonso, y me reconoce que no lo recordaba, esbozando una sonrisa de nostalgia.
“Fue una ilusión máxima para mí y para mi familia. Recuerdas todo lo que conlleva el debutar con el Atlético de Madrid”, rememora Carlos Aguilera, que pronuncia en cada momento el nombre completo de su equipo: A-T-L-É-T-I-C-O D-E M-A-D-R-I-D, saboreando cada letra.

UNA FILOSOFÍA DE VIDAY qué significan esas tres palabras para Carlos Aguilera: “Es donde he estado media vida, donde me he criado, donde he hecho grandes amigos, es una filosofía de vida. Es parte muy importante de mi vida”.La vida. Una palabra que repite tres veces en su respuesta. Pero, ¿era la familia de Aguilera del Atleti de toda la vida?: “Bueno, a mis padres les gustaba el fútbol –titubea-. Mi madre era del Athletic. Mi padre era socio del Madrid y del Atleti, e iba a los dos campos cuando podía, que no podía mucho”.“Que no eran del Atleti, vamos”, interviene Roberto, entre risas.“No, no”, entra rápido al cruce Aguilera como en sus mejores tiempos. “En mi casa no había un ambiente de ser del Madrid o del Atleti, pero todos se hicieron del Atleti rápido cuando yo fiché”, aclara.
REUNIONES "FUERTES" CON JESÚS GIL
De esos primeros años, el lateral rojiblanco recuerda especialmente las intensas charlas de vestuario con Jesús Gil: “En el Atlético de Madrid, por suerte o por desgracia, se te queda todo grabado. Con Jesús Gil teníamos reuniones bastante fuertes. Yo era un chaval y lo que quería era jugar y pasarlo bien. Gil hablaba con todos, pero nos cogía uno por uno. Escuchabas casos de compañeros a los que decía cosas realmente divertidas, pero después de pasarlo. En esos momentos eran muy fuertes. Yo llevaba poco tiempo y no esperaba que el fútbol fuera así”.Y de esa primera etapa, guarda una curiosa anécdota con un entrenador controvertido, Javier Clemente.“Cuando llega al Atlético de Madrid yo llevaba una progresión, la gente decía que por qué no jugaba Aguilera y en una rueda de prensa le preguntan si voy a ser titular y responde: ¿Aguilera, Aguilera…? Si no regatea ni a una silla… Luego fue portada de los periódicos”, sonríe.
AQUELLA CHARLA DE LUIS EN EL BERNABÉU
Y de un técnico peculiar a otro, Luis Aragonés. Tengo curiosidad por conocer su testimonio sobre aquella histórica charla previa a la final de Copa del 92 ante el Real Madrid: “Fue la primera vez que escuché lo de que las finales no se juegan, se ganan. Luis era un gran motivador. Pero no recuerdo mucho de esa charla. La verdad es que yo en esa final estaba un poco cabreado, porque había jugado casi todos los partidos y en la final no me puso, con lo que tampoco le presté mucha atención (me desvela entre risas). Esa charla no fue tan emotiva para mí”.
OBLIGADO A DEJAR SU CASA
Pero tras seis temporadas de rojiblanco, y con 24 años recién cumplidos, Aguilera se ve obligado a salir de su casa. El director deportivo, Ruben Cano, le dice que tiene a Tomás Reñones y a Pizo Gómez por delante.“Yo lo que quería era jugar. Tengo que agradecerle a Valdano que me llamó cuando estaba de vacaciones y me dijo: vente a Tenerife, que si te lo ganas te daré las oportunidades que te mereces”, nos cuenta.
Tres temporadas después, Aguilera regresa por una desgracia familiar “para poder estar lo más cerca posible de mis padres” y el Atlético le vuelve a abrir la puerta.
AGUILERA TAMBIÉN GANÓ EL DOBLETE
Pero entre medias, el Atlético gana el mítico Doblete de 1996, del que Aguilera no pudo formar parte.
“Sí que ayudó, sí que ayudó, que mandó un balón fuera a puerta vacía”, vuelve a terciar Roberto, divertido, recordando el partido de la penúltima jornada en Tenerife (1-1). Un punto que permitió al Atleti llegar a la última jornada bastándole un empate para ser campeón.
Sin embargo, Aguilera me hace ver ese Doblete también como suyo, y es entonces cuando te convences de que su corazón bombea sangre rojiblanca: “Me hubiera gustado estar. Pero me alegré un montón igual. Sigo siendo gran amigo todavía hoy de 10 ó 12 futbolistas del Doblete. Ese Doblete lo ganaron ellos, lo gané yo, lo ganó la afición... Fue algo irrepetible. No estuve en el equipo, pero los tres años que estuve en Tenerife fue como si estuviera con ellos. Así que yo encantado. No te puedo decir ni que tuviera envidia sana, porque lo sentí como mío, lo disfruté pero bien bien”.Por fortuna, sí pudo jugar aquella Champions, la primera con el nuevo formato, un hecho “muy bonito”. Sólo lamenta que del choque decisivo, aquel Atlético de Madrid-Ajax de Amsterdam, la prensa sólo recuerde la “anécdota de la lentilla”, pero “poca gente se ha quedado con el partido que hice aquella noche”, en el que protagonizó la gran jugada que propició el 1-0 de Kiko.
HAY JUGADORES QUE NO PUEDEN LLEVAR ESTA CAMISETASin embargo, las cosas se tuercen apenas tres temporadas después. Llega el fatídico descenso e, intervenciones judiciales aparte que pusieron el club “en manos de una persona que no tenía ni idea de fútbol”, Aguilera siente que no vale cualquiera para jugar en el Vicente Calderón: “El problema es que el Atlético de Madrid es un equipo grande. Hay muchísima presión, tanto de los medios, como de los aficionados, como del mismo club, entonces hay jugadores que no están capacitados para llevar esa camiseta. La presión les puede y no son capaces de desarrollar todo el juego que demuestran en otros equipos”.Pero, como abnegado sufridor y luchador por esos colores dentro del campo, el sempiterno capitán no siente que algún compañero, extranjero o venido de fuera, no haya sudado lo suficiente la rojiblanca.“No llego a tanto… No creo que ningún jugador no haya hecho lo máximo para intentar salir de esa situación. Simplemente hay jugadores que no aguantan llevar esa camiseta”, sentencia.
AGUILERA, GOLEADOR EN EL RETORNO
Aguilera es uno de los pesos pesados de la plantilla que decide quedarse para devolver al Atlético a Primera. “Para peso pesado yo, que ya pesaba noventa kilos”, apunta entre carcajadas Roberto, que no conserva el mismo tipo que Aguilera.
Con 31 años, el de San Cristobal ya era uno de los veteranos del equipo, y contribuye decisivamente a la vuelta a la élite con 14 goles en dos campañas: “Nunca había jugado en Segunda, aunque te advierto de que hacerlo con el Atlético de Madrid es prácticamente como jugar en Primera, porque la presión que teníamos era muy fuerte”.
Aunque considera que su posición de extremo durante esos años fue “circunstancial” –“yo era lateral”, afirma-, se queda con algunos de los goles que marcó en el año del ascenso con Luis Aragonés “porque fueron importantes para afrontarlo con tranquilidad y subir cuánto antes”.
SU PRIMER GOL, Y AQUEL TRALLAZO A BUYO
Y recuerda su primer gol, en La Rosaleda (1988-89), al que años después sería compañero, Pedro Jaro. Un tanto logrado en el último minuto y que valió los tres puntos: “Fue en Málaga y ganamos 1-2 con Clemente en el banquillo. En el Málaga había dos atléticos como Clemente Villaverde y Miguel Ángel Ruiz. Pero hay goles que no recuerdo, porque a veces veo en recortes de prensa que había marcado un gol y no sabía que lo había metido”.Entonces le menciono un gol “que pudo haber significado muchísimo”. Un zapatazo en el Santiago Bernabéu ante el que Buyo no pudo hacer nada, con el Atleti jugándose la Liga con Madrid y Barça, en un partido que los blancos terminaron venciendo por 3-2 (1991-92). “Remontaron y desgraciadamente no pudimos ganar, por eso no te lo he dicho. Pero si no, sí que hubiera sido un gol importantísimo si hubiéramos ganado gracias a él”, me cuenta con cierta impotencia, todavía hoy.
LOS MEJORES COMPAÑEROS DE AGUILERA Quince años en el Atlético de Madrid dan para mucho. Y en ellos pudo compartir caseta con algunas figuras de talla mundial. Aguilera destaca a dos sobre el resto, ambos de su primera época.
Paulo Futre, aparte de todo lo que ha significado para el Atlético de Madrid, era una grandísima persona, ayudaba muchísimo a los compañeros. Y también me tengo que quedar con Schuster, porque ahí vi lo que era un auténtico crack. Aunque hablábamos de que venía casi de retirada, en el tiempo que estuvo nos demostró lo que es ser un verdadero jugador… muy por encima de muchísimos”.Y tiene un recuerdo para otros a los que califica como “sus compañeros”. “Me quedo con muchos a los que no se ha dado la importancia que tienen, como Vizcaino, Kiko, Caminero, Toni, Fresnedoso... (enumera guiñándole un ojo a su amigo)”.Y el 15 rojiblanco también incluye en esta lista a Fernando Torres: “Porque me ha demostrado que desde que empezó con 17 años era una persona muy madura, que ha sabido llevar cada momento en el futbol de la mejor manera y eso para un jugador es importante. Y también me ha demostrado que es un auténtico fenómeno”.
Y DE LOS QUE MÁS APRENDIÓ
Entre esos nombres no están los hombres “de los que más ha aprendido” Carlos Aguilera, aquellos que "me enseñaron los valores que tiene que tener un jugador del Atlético de Madrid, lo que tiene que ser un profesional… los que más me han enriquecido para el resto de mi vida futbolística porque me han mostrado lo que significaba el Atlético de Madrid”. Esos futbolistas fueron Arteche, Julio Prieto, Quique Ramos, Sergio Elías Morgado…”, personas que le enseñaron “que en el Atlético de Madrid hay que luchar la camiseta, hay que ser honesto, respetar a la gente, ser humilde…”.Para el bravo defensa madrileño esos valores se han perdido “en el Atlético de Madrid y en el mundo del futbol. Son valores importantes que hay que recuperar”.
VOLVER A LA CANTERA
“Poco a poco se va volviendo a lo que es el Atlético de Madrid, hay que tirar de la cantera. Quizá ahora porque no hay dinero. Pero el Atlético de Madrid siempre ha sido 13 ó 14 de la cantera y cuatro buenos de fuera. Y esa es la filosofía a la que hay que volver. Yo durante 18 años que he estado en el mundo de futbol he dicho de muchísimos jugadores que han venido al Atlético de Madrid, que cualquier jugador de la cantera lo podía haber hecho igual. Y la prueba está en que ahora hay clubes muy importantes hablando de canteranos como De Gea y Domínguez por muchos millones de euros”, explica Aguilera.
Aunque como canterano que ha sido, avisa de que llegar al primer equipo no es sencillo: “Es difícil, eh. Hay que estar por encima de la media, como han demostrado De Gea o Domínguez. Este año ha vuelto Mario Suárez, que ahora es mucho mejor jugador. Hay futbolistas que tienes que ceder y luego repescarlos, porque te pueden aportar mucho y te van a salir baratos”.
SU CUERPO YA NO DIO MÁS DE SÍDespués de 18 años de profesional, Aguilera se dedica por entero a su familia y a sus tres hijas, de trece, doce y seis años. Desvinculado totalmente del mundo del fútbol, no lo echa de menos “nada, nada, nada, absolutamente nada”.Ni siquiera toca un balón para echar alguna pachanga: “No sé cómo he dado este cambio tan radical. Mi momento de retirarme llegó y yo pienso que el fútbol es para los futbolistas, no para los ex. Es un deporte muy duro, hay mucho contacto, y cada día te puedes mover menos… te duele el cuerpo más”.Aguilera, gracias por esos 15 años de sacrificio machacándote el cuerpo por el escudo del oso y el madroño. La grada del Calderón siempre recordará tus veloces subidas por el carril derecho.
-II parte de la ENTREVISTA con AGUILERA en la que comenta qué recuerdos le traen una serie de fotografías

viernes, 8 de octubre de 2010

Que la renovación de Agüero no sea otro “caso Torres”

El Atlético de Madrid ha exhibido esta semana su política de renovaciones, prolongando el contrato a tres pilares del Atlético campeón de la UEFA: José Antonio Reyes (2014), Paulo Assunçao (2013) y Thomas Ujfalusi (2013).
El próximo
en desfilar por la pasarela de renovaciones debe ser el Kun Agüero. El argentino acaba contrato en 2012 y, con un futbolista de su talla, no se debe esperar al último año para llegar a un acuerdo.
Según el Marca, ya se ha llegado a ese consenso. El diario deportivo apunta a una prolongación de tres años, hasta 2015, una subida de su salario hasta los seis millones de euros netos (actualmente ganaba unos cinco) y una cláusula de rescisión que se mantiene inalterable en los 60 millones de euros que automáticamente se fijaron en su último contrato (de 55 a 60).
No quiero sembrar la desconfianza, ni meter el dedo en la llaga sobre el buen hacer de una directiva que ya todos conocemos, pero ¿no sería más lógico, si se suben todos los conceptos (temporadas, emolumentos...), hacerlo también con la cláusula?

LA ÚLTIMA RENOVACIÓN DE TORRES
Echando la vista atrás, he recuperado un artículo que escribí hace ya más de tres años acerca de la última renovación de Fernando Torres con el Atlético. No ha sido tarea sencilla, ya que, como muchos recordarán, mi anterior blog murió. Pero he encontrado este post de marzo de 2007 (uno de los primeros, ya que comencé en serio con el blog en febrero de ese año) en el que traigo a colación la renovación firmada en septiembre de 2006, en lo que califiqué como “una pantomima mal vendida”.

Salvando las distancias, hay ciertas similitudes en las circunstancias de la prolongación del contrato del otrora buque insignia rojiblanco, el 6 de septiembre de 2006, y las que van a producirse en pocas fechas con el actual ídolo del Calderón.

6 DE SEPTIEMBRE DE 2006
Fernando Torres renueva su contrato con el Atlético de Madrid con 22 años.
El fuenlabreño estampa su continuidad a dos años de la finalización del contrato (2007-08).
Torres alcanza unos emolumentos que rondan los seis millones de euros.
El internacional español prolonga su contrato sólo por un año (hasta 2009), algo ridículo para un chaval tan joven.
La cláusula del por entonces icono colchonero se reduce a menos de la mitad: de 90 a 40 millones de euros. En una clara invitación a lo que ocurrió meses después: su salida “pactada”.

OCTUBRE DE 2010
El Kun Agüero prolonga su contrato con el Atlético de Madrid con 22 años.
El argentino sella su renovación a dos años de que expire el contrato (2011-12).
Agüero asciende su ficha a los seis millones de euros.
El internacional albiceleste aumenta su relación con el Atlético tres temporadas, hasta 2015 (de cumplirlo, terminaría con 27 años).
La cláusula de rescisión del crack argentino no se toca: 60 millones de euros. No es una invitación a nada, pero sí un “dejar la puerta abierta”. Una señal de que el Kun sigue en el mercado.

UNA CLÁUSULA DE 100 MILLONES DE EUROS
Han sido muchas las veces en los últimos años en los que he reivindicado la renovación de Agüero. Pero firmando una cláusula a la altura de su valía, prohibitiva para otros clubes, y que demuestre la determinación del Atlético de Madrid por retener a su principal activo a toda costa (ejemplo de la renovación de Messi en el Barça o de la de cualquier gran club que se precie).

Todo lo que no sea subir esa cláusula es alimentar la teoría de que “los futbolistas juegan siempre donde quieren jugar”, ¿verdad, señor Cerezo?
Pero hay jugadores, a los que el Atlético de Madrid debería “obligar” a militar en su club. De lo contrario, nunca volveremos a ser grandes.
Sólo espero que la renovación del Kun no se acabe convirtiendo en otro “caso Torres”.

domingo, 3 de octubre de 2010

Ridículo del Atleti y de Quique en Sevilla

SEVILLA 3-1 ATLÉTICO
Negredo, Perotti, Kanouté;
Diego Costa


Se solía decir de Johan Cruyff, el artífice del Dream Team y progenitor del estilo del gran Barça que conocemos hoy, que se “cagaba” cuando llegaba al Bernabéu, donde tendía a hacer experimentos que rara vez le daban resultado (sólo ganó allí una vez).
En el caso de Quique Sánchez Flores, lo raro es la salida en la que no se amedrenta, optando por el trivote o, cuando menos, dejando en punta a un único delantero.
Es vox populi que el Atleti no gana un partido con tres mediocentros ni aunque el rival no se presente. Lo sé yo, lo sabe mi amigo Chechu (con el que vi el partido esta tarde), lo sabe Tomi y lo sabe el portero de la puerta 36 del Calderón.
Pero no lo sabe Quique Sánchez Flores, que, para más inri, rizó el rizo colocando por primera vez de titular en la temporada a Mario Suárez.
Buen campo para experimentar, el Sánchez Pizjuan, donde el Atleti sólo ha vencido una vez en los últimos 17 años y, curiosamente, lo hizo cuando Javier Aguirre, otro conservador fundamentalista, decidió salir a por el partido desde el inicio.


QUIQUE GANÓ DOS VECES FUERA EL AÑO PASADO
Pero es que a Quique el jugar con un único punta se le da tan bien que el año pasado sólo ganó en Xerez y en Valladolid (dos Segundas). Por eso insiste en ello.
Cansados de perder en Sevilla, al menos se podía intentar caer de manera diferente. Que yendo a empatar ya hemos visto que no se hace más que el ridículo. Y encima te vas más cabreado para casa.


NEGREDO BURLÓ AL ATLETI
A los pocos minutos, Negredo ya se había topado con la madera. El madrileño estaba inspirado. Se coló varias veces hasta la cocina (burlando con facilidad a Perea y a Assunçao). Y en una de esas, hasta se escapó de la cocina para (saliendo de fuera de juego) colocar la pelota fuera del alcance de De Gea tras un bonito recorte (1-0).
Era, ni más ni menos que lo normal.
Sin mucho tiempo para reaccionar, Kanouté se plantó solo ante el portero toledano, que rechazó su disparo. Sin embargo, el balón cayó a la pierna diestra de Perotti, que conectó una gran volea engrandecida por Assunçao, al que le rebotó cambiando la trayectoria a De Gea.
2-0, partido resuelto a los 34 minutos. Pero... ¿qué se podía esperar viendo los antecedentes?
Fue entonces cuando el Atleti hilvanó su primera jugada de más de tres pases. Y Tiago, el único que apareció algo en nuestro poblado medio campo, probó a Palop en un disparo buscando la escuadra.
Bien es cierto que antes Fran Mérida tuvo en su zurda una clarísima ocasión, después de un balón que se comió Konko. Los hispalenses hicieron un par de regalos en defensa, pero los rojiblancos (iba a decir los delanteros, pero sólo había uno) no supieron aprovecharlos.

AL MENOS, DIEGO COSTA
En la segunda parte Filipe Luis entró por Antonio López (que había recibido una ridícula tarjeta) y Diego Costa por Mario Suárez, que deberá estar muy agradecido por la oportunidad de Quique. “En 20 minutos, Diego Costa ha hecho más que Forlán en los tres últimos partidos”, me comentó Chechu. Y tenía razón. Marcó un gol tras driblar a Palop (en un nuevo error de la zaga sevillista) y se mostró más rápido e incisivo que en partidos precedentes. Incluso le hicieron un penalti que el árbitro no quiso ver en el 92. En esta línea podría cambiarnos la opinión que hemos empezado a crearnos sobre él.
Por desgracia, antes del tanto del brasileño, Kanouté ya había puesto el 3-0, en un tremendo derechazo desde la frontal a pase de Negredo. El castigo era excesivo, pero justo, al fin y al cabo, por el rácano planteamiento.
Tras el gol de Diego Costa, en el 13 de la reanudación, hubo cuarto de hora en el que se pudo soñar con la remontada, sobre todo en un cabezazo del propio Costa que blocó Palop a bocajarro.
Pero el 3-2 no llegó, y los minutos finales entraron en una plácida decadencia que llevó al Sevilla a los tres puntos.
Posiblemente se gane al Getafe dentro de dos semanas y volvamos a subirnos al carro puntero, pero lo que está claro es que con estos planteamientos, el equipo caerá derrotado sin paliativos en el Madrigal y en el Santiago Bernabéu. Así lo ha querido el calendario. Que la ilusión se pierda pronto.

viernes, 1 de octubre de 2010

Una de esas noches

Empezaré diciendo que mi motivación para escribir esta crónica es mínima. Primero, porque he de ponerme a hacer una somera reseña sobre el partido ahora, casi a las once de la noche de un viernes, ya que mis problemas con el señor Vodafone, con los policías que se lían a pegar tiros en los piquetes de la huelga en Getafe y con las denuncias sobreseídas por corrupción en Pinto, no me han dejado hacerlo antes.
Segundo, porque últimamente el número de comentarios ha descendido, lo que a uno le desanima a la hora de ponerse frente al folio en blanco de la pantalla.
Y tercero, porque el partido fue frío, anodino, trivial, que por momentos recordaba a esas noches de primera ronda de Copa (ya se va acercando el Universidad de las Palmas el 10 de noviembre) contra el Marbella, el Orihuela o el Granada 74, que ni los futbolistas quieren jugar, ni los espectadores quieren ver.

PERO ERA EUROPA... AUNQUE NO LO PARECÍA
Sin embargo, enfrente había un Bayer Leverkusen, un equipo con nombre en Europa, histórico en Alemania (pese a no haber ganado nunca una Bundesliga), el rival más atractivo del grupo y que, tras su goleada 4-0 ante el Rosenborg y la derrota rojiblanca en Salónica, colocaba la victoria como obligada.
El ambiente en la grada no era el de las noches europeas. Poco más de media entrada para un público al que, tras dos años consecutivos de Champions y una UEFA en las vitrinas, una segunda jornada de la Europa League le sabe a poco.
Para más inri, el Kun Agüero no entró ni en la lista de 18, arrastrando aún la temeridad de saltar al campo 50 minutos ante el Barça, cuando todavía no estaba recuperado del hachazo de Gurpegi. Por lo que dicen, tampoco llegará a Sevilla. Lo que unido a las bajas de Godín y Reyes, es hablar de palabras mayores. Me huele mal.

UNA PRIMERA PARTE INSUFRIBLE
Pero peor olor tuvo la primera parte del partido de anoche. Infumable, tedioso, pesado, monótono, insufrible, insoportable, enojoso, irritante... del que, con sólo media hora transcurrida, ya daban ganas de que llegara el descanso para comerse el bocata.
Forlán
está en ese ritmo cansino y fallón de los principios de temporada, que el año pasado se prolongó en exceso. Dando pases atrás, fallando controles fáciles, lento...
Diego Costa demuestra con cada partido que el Atlético de Madrid le queda grande, muy grande, y me genera enormes dudas sobre qué le vio Quique para elegirle antes que a Salvio. Si me apuran, prefería a Ibrahima.
Simao
continúa haciendo méritos para que le hubieran vendido hace tres meses.
Raúl García da pases al hueco que sólo ve él y cambia el juego de grada a grada.
Mientras, Reyes hace la guerra por su cuenta recibiendo patadas que provocan en la grada el “huy” por si volverá a sacar el brazo a pasear, y Assunçao se hincha a robar todo lo que pierden sus compañeros.
En resumen, un desastre. Sólo Perea y Domínguez estuvieron bien ante el desaguisado general. Y Filipe Luis... digamos que se puso el listón demasiado alto en su debut de rojiblanco.
Así, llegó el descanso, pero, antes de él, el que se comió el bocata fue Derdiyok, que fusiló a placer después de que Filipe Luis salvara con la ayuda del poste un cabezazo que entraba de Hyypia (0-1).

ALGO DE AIRE CON TIAGO Y MÉRIDA
En la segunda parte, Quique sentó a Forlán y a Raúl García para dar entrada a Tiago y a Fran Mérida. Y la providencia quiso que en el Calderón apareciera el primer juez de área de Europa que quiso justificar su sueldo, pitando un penalti justito al catalán.
Simao lo transformó ajustado al palo hasta la paroximia, y la segunda parte pintaba bien (1-1).
Tiago salió en plan mandón, pidiéndola, ofreciéndose, combinando y subiendo el balón como protagonista. Pero el fuelle le duró 20 minutos.
En el Leverkusen había un espigado mediocentro, Simon Rolfes, que cortaba muchas de las acometidas rojiblancas, hasta el punto de que uno de mis compañeros de butaca afirmó hastiado “ese bigardo está en todas partes”. Era normal, porque también le confundía con Sami Hyypia, ya que ambos comparten 1,90 y cabellera rubia.

SI LA UEFA NO INTERESA...
El Atleti dominó en esos 20 minutos iniciales, con Fran Mérida, Reyes y Filipe Luis dando muestras de su calidad por la izquierda. El utrerano tuvo en su cabeza la mejor ocasión del partido. Pero a puerta vacía mando fuera el centro de Ujfalusi.
En los minutos finales, el Leverkusen se fue sacudiendo el dominio, hasta el punto de que en las postrimerías del encuentro Helmes tuvo en su cabeza el 1-2. Pero no se lo creyó.
El Atleti sacó un empate que, vista la actitud colchonera, puede darse incluso por bueno, pero que le coloca colista de grupo tras la victoria del Rosenborg ante el Aris.
Si la UEFA no interesa podían habérnoslo dicho antes de pagar el abono total. Pero a mí ha sido la única competición que me ha hecho llorar de alegría en los últimos quince años...