lunes, 22 de mayo de 2017

Yo no quiero despedirme del Calderón

DESPEDIDA VICENTE CALDERÓN
JORNADA 38- ATLÉTICO 3-1 ATHLETIC
Goles: Fernando Torres (2) y Correa. 
Era un 8 de marzo de 1992. Contaba yo con diez añitos y pisé por primera vez el Vicente Calderón. No lo hice antes porque dediqué mi infancia más a coger piñas en el Cerro de los Ángeles con mi amigo Rodri que a pegar patadas a un balón, para desesperación de mi padre que me sacaba con intención de jugar a la pelota.
Y no lo hice después, ante la irrefrenable fiebre que me entró por el balompié a partir de los nueve años, porque negocié mi desembarco en el Calderón a cualquier precio.
Y es que no era barato. El precio por entonces eran 1.000 pesetas para una entrada Infantil. 4.000 para un adulto en la Grada Lateral.
Decía Sabina que "Para entender lo que pasa, hay que haber llorado dentro, del Calderón, que es mi casa. O del Metropolitano, donde lloraba mi abuelo, con mi papá de la mano".

FUI CON MI PAPÁ DE LA MANO... Y CON MI ABUELO DE LA OTRA
Y yo tuve la inmensa suerte de acudir a ese primer partido con mi papá de la mano... y con mi abuelo de la otra.
El rival fue el Oviedo, un histórico de Primera en la época, y el resultado un 3-1, como bien reflejé, goleadores incluidos, detrás de la entrada.
Digo que negocié mi desembarco al Calderón a cualquier precio porque mi padre quiso asegurarse previamente de que la cosa iba a gustarme. Las 9.000 pesetas que costó la cita, entre los tres, no era pecata minuta en aquellos tiempos.

PRIMERO FUIMOS A VER AL GETAFE COMO "PRUEBA"
Así que primero me llevó al vetusto Las Margaritas a ver un partido del Getafe como "prueba". Entonces los azulones andaban por Segunda B, y el resultado fue un 0-1 contra el Torrevieja en un encuentro bastante soso. Pero el marcador y el devenir del partido estaban ya escritos para mí desde el mismo instante en que mi padre me anunció que me llevaría a Las Margaritas "a ver si te gusta", como paso previo a llegar al Manzanares.
"Me ha encantado, papá", le aseguré a mi bendito padre con una sonrisa de oreja a oreja.   

No quiero extenderme más sobre este primer partido porque pienso hacerlo en futuros posts, junto a otras vivencias en ese estadio (Hay mucho que recordar). Ahora quiero centrarme en mi último partido en el Vicente Calderón. Nuestro último partido en el Vicente Calderón.

ME FUI QUEDANDO SIN PREVIA AL ÚLTIMO PARTIDO...
Para mí han sido más de 25 años en ese campo. Media vida. Aproximadamente un 70% de la mía, y media vida exacta del Calderón. La despedida se merecía una preparación acorde, pero la previa se me complicó mucho más de lo esperado.
Quedé con mi padre a las dos en el Cabo Fisterra, nuestro bar de referencia en los últimos años. Sin embargo, trabajo pendiente en el Ayuntamiento, publicaciones que hacer en el Facebook municipal, el portátil que no carga las fotos, y una visita familiar que obligaba a limpiar la casa antes de "escaparme", fueron retrasando la hora de llegada.
"Como pronto a las dos y media, papá". "Al final salgo a las tres menos cuarto... Estoy quemado", fueron algunos de los mensajes que fui enviando a mi padre (El partido comenzaba a las 16:45...).
Una vez en los aledaños de mi querido Calderón, la imposibilidad de encontrar aparcamiento, unido a las múltiples calles cortadas por la proximidad de la hora del partido, me obligaron a dar más vueltas de las que había dado en mi vida para acudir al estadio. ¡Ni siquiera encontraba un párking donde dejar el coche!
  
ME SENTÍA COMO HOMER SIMPSONS EN AQUEL CAPÍTULO...
En esos momentos me sentía cómo Homer Simpsons en aquel capítulo en el que sólo le quedaban 24 horas de vida por haber comido veneno de un pez globo. Tenía que ir tachando cosas de la lista por falta de tiempo y, en la recta final, corría como un loco en el coche para cumplir el último objetivo de su lista: intimar con Marge.
Así me sentía yo. Iba a ser mi última cita con mi amado Calderón, y el trabajo, la conexión a Internet, la limpieza, las calles cortadas o la falta de aparcamiento acortaban dolorosamente mi lista de preliminares...    
Pasadas las cuatro menos veinte, por fin, llegué al Cabo Fisterra con mi padre. La previa debía ser rápida. Había que comer y tomar algo y teníamos apenas una hora para el partido. La idea de entrar pronto al estadio, como cuando era pequeño en mis primeras visitas, hacía tiempo que estaba tachada de la lista...

MI ÚLTIMO SALUDO DESDE EL PUENTE AL CALDERÓN
Mi primer momento emotivo llegó antes del desesperado laberinto al volante. Al pasar Plaza Elíptica, cuando uno atraviesa el puente sobre el Manzanares, como siempre, giro mi cara a la izquierda y diviso el estadio, al fondo, a lo lejos. Le devuelvo un saludo militar, mano derecha a la sien, como he hecho miles de veces a lo largo de mi vida... y en ese momento, una punzada se clava en mi corazón y los ojos se me humedecen. Caigo en la cuenta de que, quizá, ésa sea la última ocasión en la que salude a mi Calderón de esa guisa.  

Tras una comida rápida, cruzamos por el Paseo de Yeserías para evitar el rodeo de los pasos de cebra de la glorieta de Pirámides, atravesamos el parque enfrente del Fondo Sur, y encaramos la cola de la puerta 36 por última vez.

TANTAS TARDES ENTRANDO POR EL VOMITORIO ANTERIOR
Subimos las escaleras a buen ritmo, recordando cuántas veces he ascendido por esos escalones de dos en dos, a la carrera, porque el partido estaba ya empezado, y me metía al campo por el vomitorio anterior al mío, para evitar perderme unos segundos más del encuentro... Qué ansiedad genera saber que está jugando tu Atleti y tú no estar divisando el césped, ¿verdad?

AL LLEGAR, MI VECINO DE ASIENTO ESTABA LLORANDO
Y las gradas están llenas, como tantas y tantas veces, pero hoy es más especial que casi cualquiera de las anteriores... Porque es la última. Y lo primero que encuentro es a mi vecino de asiento, Alberto, llorando desconsoladamente por la despedida. A sus trece añitos, es duro decir adiós a ese campo que le ha visto crecer, cuando sólo levantaba dos palmos del suelo y se pasaba el partido más pendiente de lanzar aviones de papel grada abajo que de ver el fútbol.

TORRES MARCÓ UN DOBLETE, Y BESÓ NUESTRO ESCUDO
Y Torres mete el primero a los siete minutos... y Torres mete el segundo sólo tres minutos después... con la zurda... un golazo de media chilena... Y besa su escudo, nuestro escudo, que es para lo único que debería tocarse el escudo del Atlético de Madrid.
Y uno no puede imaginarse una despedida mejor. Y brinda con su padre, como tantas y tantas veces, con tantos y tantos goles importantes... Y vuelve el nudo en la garganta, muy fuerte, muy intenso, porque también puede ser el último brindis en esa fila 8 del Sector 529 del segundo anfiteatro Fondo Sur del Vicente Calderón...

SE COREA A LAS LEYENDAS Y LA OLA MÁS SALADA DEL CALDERÓN
Y la grada se acuerda de sus leyendas, de las del campo, y de las que esperan en la grada la fiesta posterior. ¡Paulo, Paulo, Futre, Futre! ¡Radomir te quiero! ¡Luis Aragonés, Luis Aragonééés!
Y Simeone retira al Niño, y el Calderón se pone en pie, y mi amigo Peris reza para que el resultado se quede así. Y su plegaria es la de todos, porque si Luis hizo el primer gol de nuestro querido Manzanares, nadie mejor que Torres para hacer el último.
Y la afición hace la ola, una ola más salada que nunca, bañada de las lágrimas de miles de colchoneros que han vivido al calor de esas gradas algunos de los momentos más felices de sus vidas...

CONMOVEDOR ADIÓS A TIAGO Y EL ÚLTIMO GOL, DE CORREA
Sin embargo, Williams marca para el Athletic y, aunque lo hace con la ayuda de Savic, eso no cuenta como que el último gol del Calderón lo haya hecho uno de los nuestros.
Y el cambio ahora es para Tiago. Su salida entre lágrimas emociona y encoge los corazones. Para el recuerdo quedará su amargo llanto en el Camp Nou tras perder aquella final de Copa con el Sevilla (2010). Sólo llevaba seis meses de rojiblanco. Siete años después, el escudo lo lleva por dentro. Y despedir a alguien así siempre duele extra. Mucho.
Por fortuna, su sustituto, Correa, hace el 3-1 a un minuto del final, aprovechando el rechace de un tiro al palo de Griezmann. Al menos, uno del Atleti. Aunque apuesto a que, con los años, serán muchos los que digan que el último gol colchonero en el Manzanares lo anotó Fernando Torres. Memoria selectiva...

LOS 18 TÍTULOS DEL CALDERÓN
El partido acaba, y comienza la "fiesta" de despedida. Aunque todo el partido ya había sido una despedida. Toda la temporada, si me apuran.
El césped se engalana de rojiblanco y saltan al campo los 18 títulos que se han logrado en los 51 años de historia de este estadio, transportados por algunos de sus principales protagonistas. Y los recuerdos se agolpan: cinco Ligas : 1970 (Calleja y Rodri), 1973 (Irureta y Gárate), 1977 (Luiz Pereira y Leivinha), 1996 (Solozábal, Santi y Caminero) y 2014 (Godín y Giménez); siete Copas del Rey: 1972 (Ovejero y Ufarte), 1976 (Marcelino, Salcedo y Capón), 1985 (Miguel Ángel Ruiz y Clemente Villaverde), 1991 (Manolo y Vizcaíno), 1992 (Futre y Abel), 1996 (Molina y Pantic) y 2013 (Koke y Tiago); dos Supercopas: 1985 (Rubio y Marina) y 2014 (Moyá, Oblak, Saúl y Griezmann);
dos Copas de la UEFA Europa League 2010 (Simao y Assunçao) y 2012 (Juanfran y Filipe); dos Supercopas de Europa 2010 (Perea y Domínguez) y 2012 (Antonio López y Gabi); y la Copa Intercontinental de 1974 (Adelardo y Ayala).

EL BROCHE DE DESPEDIDA LO PONE EL CHOLO
Se echó de menos  entre esos portadores de sueños a quien los ha mantenido más vivos los últimos años: Diego Pablo Simeone. Estaba preparado para el final. El Cholo coge el micro: "Para ustedes, la palabra sentimiento es algo muy profundo. Los demás equipos pueden tener más dinero, alguna copa más que nosotros... pero nunca podrán igualar el sentimiento que tienen ustedes por este club". El público ruge. Y entonces viene lo mejor: "Para terminar, los periodistas me preguntan continuamente si me voy a quedar... Sí me voy a quedar", afirma con rotundidad. Y en el Vicente Calderón atruena por última vez el "¡Ole, ole, ole, Cholo Simeone!", y sin quererlo, ante tanta amalgama de intensísimas emociones, mis ojos se empañan de lágrimas.
"¿Y saben por qué me voy a quedar? -termina el Cholo- Porque este club tiene futuro, y el futuro somos todos nosotros".
Y hay futuro, sin duda hay futuro. Mucho más brillante y esplendoroso cuando depende de un hombre que quiere a este equipo, que quiere a este club, que quiere a esta afición, y quiso hacerla feliz con ese mensaje contundente, que sabe que tantos otros usan para crear zozobra. Un hombre que usa la primera persona del plural para hablar del Atleti. Y mientras Simeone esté en ese "nosotros", el futuro será más esplendoroso.

Hasta siempre Vicente Calderón, nunca morirás en nuestros corazones.